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Qué ocurrirá con las tarifas marítimas en el arranque de 2022

Foto del escritor: Marketing IntfreshMarketing Intfresh


Un anticipo de lo que se puede esperar con los precios de los fletes en el primer cuatrimestre del año, y qué perspectivas se observan para los principales puertos y rutas marítimas del mundo.



 


La variante Ómicron no da respiro y con ella se llena de incertidumbre el panorama del comercio internacional -y particularmente de las tarifas de los fletes marítimos, que como es sabido experimentaron un aumento especular durante los últimos 18 meses-. Todo indica que el escenario de fines de 2021, dominado por los altos precios de los fletes, continuará en los inicios del nuevo año.


Si bien es verdad que ciertas rutas comerciales tendieron a estabilizarse a nivel tarifario, lo cierto es que los precios continúan en los niveles más altos de la historia. Y no hay perspectivas de que esto cambie, al menos hasta después del 1 de febrero (fecha del año nuevo chino en 2022).


Lo que se observa en realidad es que el problema de la congestión de los puertos en Oriente podría incrementarse, en virtud tanto del aumento en la demanda del mercado chino, como de la mayor movilidad de la gente en ese país.


Occidente en problemas


En Occidente el panorama no luce más alentador: a mediados de diciembre de 2021 las prolongadas esperas seguían siendo el leitmotiv en los puertos de Los Ángeles y Long Beach (el complejo norteamericano afincado en la costa oeste, más concretamente en la bahía de San Pedro). Y si se considera la posibilidad de que los puertos chinos cierren por el impacto de Ómicron, en los de Occidente podrían ver aún más demoras, lo que automáticamente se trasladaría al transporte terrestre.

En aquellos casos en que las características de la mercadería lo amerita (por el tipo de carga, peso y volumen), algunos operadores están buscando alternativas en el transporte aéreo. Este camino permite evitar la congestión portuaria, pero es ostensiblemente más caro. Por ello solo resulta viable para casos en que la ecuación realmente cierre –es decir, en que el acortamiento de los tiempos y el valor agregado de las cargas compensen los valores más altos de las tarifas-.


Por otra parte si el avance de Ómicron finalmente llega a derivar en nuevas restricciones para los viajes aéreos, el espacio liberado podría ocuparse con mayor carga en los aviones. No obstante, si llegara a darse esta situación de nuevas restricciones, el dinero que la gente no fuera a gastar en viajes sabemos que terminaría destinándose a consumos para la optimización de la vivienda (máquinas para realizar ejercicios o para entretenimiento, muebles, herramientas, etc.), por ejemplo. Y esto haría que tampoco abunde el espacio para los productos fundamentales que se requieren para el manejo de la pandemia –alimentos no perecederos, bienes de consumo, repuestos, equipamiento médico-.


Es decir que, a menos que la pandemia ofrezca un pronto e inesperado alivio, los nubarrones tenderán a oscurecer por algún tiempo más el horizonte del comercio mundial y de las cargas marítimas.

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