No es un secreto que los argentinos le tienen rechazo al comercio internacional, incluso, ese descontento quedó plasmado en la encuesta del Paw Research donde el 38% de los encuestados opina que es perjudicial para el país, en contraposición con un promedio del 12% en contra de otros países del mundo. Más aún, arriba del 50% de los casos encuestados creen que el comercio internacional afecta negativamente a los puestos de trabajo.
Ahora bien, el mito que circunda a esta situación no tiene un origen claro, aunque puede creerse que se debe a las políticas públicas que afectan directamente a las exportaciones, la falta de acuerdos comerciales y la sobrecarga de regulaciones que se imponen desde el gobierno.
Estas suposiciones por parte de los argentinos, son incorrectas y totalmente localizadas en el país, ya que podemos ver como alrededor del mundo, los grandes territorios tienen un altísimo PBI que acompaña su elevado flujo de comercio internacional, tal como se observa en Hong Kong, Singapur, Irlanda, Vietnam, Holanda o Bélgica.
Esta confusión nos ha llevado a creer que las exportaciones afectan los precios locales y, por culpa de ello, nos convertimos en uno de los dos países menos evolucionados en comercio exterior en Sudamérica en el siglo XXI.
Esta nota viene a desmitificar este supuesto, y hacer hincapié en los beneficios que podría conllevar el aumento del comercio internacional. Algunos de estos frutos pueden ser:
La mejora de la calidad de la producción al elevar las exigencias con la competencia externa.
El aumento del empleo en las empresas que compiten internacionalmente.
La reducción de la volatilidad cambiaria y la atracción de la inversión internacional.
El incremento de la inversión doméstica, para las empresas con vistas a la exportación.
El incremento de la recaudación fiscal y del producto bruto.
El fortalecimiento de muchas empresas que logran mayor escala y benefician así la productividad y competitividad de la economía.
Sin dudas, queda mucho por aprender por parte de los argentinos en materia de comercio exterior, pero el primer paso para el desarrollo de una economía estable y creciente será terminar con la creencia de que el comercio internacional perjudica intrínsecamente al comercio local, para luego poder trabajar en alianzas con los diferentes aliados comerciales alrededor del mundo.
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